Es sumamente cuestionante comprobar con certeza, que a pesar de los esfuerzos internos y externos que se han tradado de verter en busca del ordenamiento político-social de Guatemala, no se ha propiciado en mínima parte, la concepción de una democracia efectiva, real y concreta. Quizá muchos han encontrado en el tema, una bandera con la que pueden enarbolar la demagogia e intentar con ello seguir haciendo creer al pueblo que las cosas estan bien, aunque la evidencia demuestre lo contrario. Obviamente la democracia es un estado de libertad, de participación, de libre opinión y de solidaridad político-social, en donde los intereses gubernamentales son única y excluvamente a favor del desarrollo integral de un País, abriendo los espacios que permitan al pueblo ejercer sus derechos de soberanía y el ejercicio de su directa participación en las decisiones de alta embergadura. En un país en donde el trabajo gubernamental apuntale los cimientos de una historia que no ha sido lo suficientemente alagadora por los capítulos dictatoriales, militares y corruptos que se han sufrido a lo largo de abundantes décadas en las que ha sobresalido el sometimiento y la represión a la vista del mundo.
Hoy, vivimos en medio de vacíos discursos de intención anestésica, con la que se ha pretendido dormitar a una sociedad que ya se ha cansado de luchar, de exigir respeto, de recordar sus derechos y de buscar alternativas que finalmente logren el sueño de toda una vida nacional, es decir, una sociedad en donde ya no se escuchen términos que han sido utilizados como medios de aprovechamiento sectorial y sin duda, de búsqueda de un reconocimiento nacionalista que no tiene caso.
Es lamentable que los mismos ciudadanos guatemaltecos propicien la polarización, siendo protagonistas de divisionismo y confrontación mental, moral y cultural, luchando a favor de grupos específicos y no con vistas al bien común nacional. De allí que hoy vemos aisladamente, luchas étnicas, comerciales, industriales, laborales, sindicales, magisteriales y otras en abundancia, que pretenden no precisamente el fortalecimiento democrático, sino intereses personales de quienes se instalan al frente de agrupaciones a quienes aprovechan para lograr sus egoístas propósitos, en su mayoría, de búsqueda de liderazgos políticos. Se habla de discriminación, pero no se lucha concretamente por ello, sino igualmente apuntando al liderazgo político.
Paralelamente, han aumentado los problemas ambientales, alimenticios, de violencia sin control, de indiferencia hacia un efectivo desarrollo rural, sumado al temor y la inseguridad que es evidente y latente.
Sin duda, toda esta problemática que algunos aseguraron y otros siguen asegurando poder controlar abusando de una retórica celestial, no es cuestión de "milagros", ni de "varitas mágicas", mucho menos de capacidades individuales. Es cuestión de un esfuerzo conjunto de todo el pueblo.
No se puede exigir que las cosas se arreglen tan solo con los mínimos proyectos del gobierno, que además de apoyo, requiere de recursos que el mismo pueblo no los propicia. Hay que recordar que la violencia generalizada, en un mayor porcentaje es "común", es decir que se exige seguridad pero los mismos ciudadanos somos los gestores de la violencia. No se puede exigir la abolición de la discriminación étnica, cuando se pretende luchar discriminando a la otra parte. No puede haber suficiente sustento gubernamental cuando los mismos sectores sociales provocan desorden y lógicamente no puede lograrse ningun afán, si existe una marcada sectorización de intereses de todo tipo.
Resultado.... Todos han ido asumiendo un silencio piramidal, en donde unos se callan para no estar dando explicaciones, otros lo hacen para no ponerse en evidencia y poder ser sujetos de represión, hay quienes han decidido por el silencio partiendo de la falta de respuestas efectivas y la gran mayoría se han callado esperanzados en que otro ciclo gubernamental futuro pueda finalmente constituirse en el "salvador del mundo".
Sin embargo, no olvidemos que los ciclos de silencio son un símbolo que debe atenderse de inmediato, porque detras de un estado anímico de este tipo, siempre se suele esconder un monstruo desconocido que nadie sabe si seguirá dormido o despertará en un momento indeterminado. El silencio piramidal crea un cimiento explosivo y todos lo sabemos, por lo que es urgente actuar, pero actuar con tino, con sabiduría y mucha decisión.
Al hacer este comentario no es nuestra intención señalar con el dedo a ningún sector en particular, sino crear un pensamiento de despertar a la realidad a quienes podemos con nuestra participación, contribuir a un ordenamiento necesario, previo a la continuidad del desorden abrumante y a la falsa esperanza de un futuro mejor en manos de otro período gubernamental que claramente le será imposible. Esto no es la lucha de David contra Golitah, sino la lucha de un pueblo como el de Egipto, que dirigidos por el poder de la promesa, transitaron tantísimos años por el desierto para luego recibir la "Tierra Prometida". Pero si en el camino vivimos confrontados, seguiremos arando en el desierto muriendo de hambre, de desamor y de indiferencia con los que nosotros seremos los propios autores de nuestra destrucción.