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jueves, 23 de febrero de 2012

LITERATURA VERAPACENSE

LA AVENTURA DE RETOÑO
FÁBULA
Autor: Fredy Maldonado Cordero

            El incierto mundo selvático, es contenedor de misterios muy peculiares, sobre todo, para la vida animal que se desarrolla por designios propios de la naturaleza y se define por la magia del instinto en la búsqueda de la sobrevivencia.
            Retoño, no hacía alarde de su tamaño, pero su atrevimiento era más que evidente, pues al menor descuido de Orejón, su padre y Pelusa, su madre, se escabullía para desarrollar peculiares travesuras.
            Un domingo, pasado el medio día, Retoño se escurrió y se adentró a la selva.  En su transitar disfrutaba de la frescura de la tierra mojada, de las delicias de la vegetación comestible y el retozo lo inducía correteando a los bichos y pequeñas aves con las que se encontraba.
            De pronto se detuvo y se quedó observando con curiosidad el agujero que se presentaba al pie de la pequeña colina que se elevaba frente a sus chispeantes ojos.  Sus largas orejillas se movían inquietamente como queriendo detectar y descubrir algún posible peligro, su diminuta cola se movía pausadamente como queriendo empujar al conejo hacia adentro.
            Pasados unos pocos minutos, la decisión fue tomada, con confianza, Retoño se introdujo dispuesto a explorar el interior de aquel agujero.  No transcurrieron ni cinco minutos cuando de pronto vuelve a aparecer corriendo aceleradamente, con el pelo impregnado de tierra y temblando como si hubiese visto a un monstruo demoníaco, ahora sus orejas se doblaban con incertidumbre y la cola parecía más pequeña.
            ¿Qué le sucedió al pequeño conejo?  Simple de responder, pues al instante de su salida, aparece en la boca del agujero, la cabeza de una serpiente que sin duda vio escapársele un suculento bocado y que de milagro había salido ileso.
            Pobre Retoño, ahora estaba frente a otro dilema.  Del susto y por lo pequeño de su edad, había perdido el rumbo de retorno a su hogar.  Levantaba el hociquito tratando de orientarse, olía la tierra y volteaba a ver hacia los cuatro puntos cardinales, pero nada le concedía un indicativo hacia donde tomar.  Estando en ese estado y con un temor profundo en su corazoncito, de nuevo vuelve a sobresaltarse cuando ve salir de entre la maleza a otro pequeño animalito parecido a él, pero con cola muy larga y de abundante pelaje.  Se disponía a salir corriendo cuando éste le dijo:
             ¡Espera chico, no corras, quiero ayudarte a salir de aquí!
            Al verlo Colita -una tierna ardilla- temblando al punto del colapso, se adelantó a aseverar:
             Yo soy una ardilla que habita estos parajes maravillosos de la creación, conozco perfectamente la selva y puedo llevarte hasta tu casa si me dejas conocer algunos datos del lugar de donde vienes.
            Retoño, quizá no encontrando otra posibilidad, pues sin duda pensó: “qué más me queda, pues me arriesgo, no hay de otra”.
             Ay Dios, no sé por qué he sido desobediente y a causa de ello, estuve a punto de perder la vida y ahora estoy extraviado.  Seguramente mis padres ya me están buscando desesperados y yo aquí sin saber qué hacer.
             Mi pequeño conejo, amigo, tranquilízate.  Es cierto, la desobediencia siempre es motivo de problemas y ojalá esto te sirva de buena lección, porque aún eres demasiado pequeño para adentrarte solo a la selva, además que aún no conoces los riesgos que hay en ella.  Sabes… Nuestra vida es bella, pero siempre está en peligro, en la selva hay animales muy malos que a veces te matan por hambre, pero otras lo hacen por diversión o por temor a que tú les robes su territorio.  Siendo nosotros de una especie tan pequeña, siempre somos presa fácil para la mayoría y por eso debemos tener mucho cuidado en saber a donde ir y a donde no hacerlo.
            Ya más confiado y más tranquilo, Retoño hace una sabia comparación:
             Bueno mi buena amiga ardilla, eso también sucede en las ciudades, en donde la gente mata por hambre y otras veces por lo demás que me has dicho.  Pero lo más extraño de los hombres, es que toda la vida se están peleando, se viven matando y ni siquiera en su propia familia están seguros, porque allí también hay siempre problemas.  Donde yo vivo también todos los animales que estamos allí, vivimos en peligro, algunos para que se los coman y otros para que no estorbemos.  Pero bueno, hoy me equivoqué por primera vez y esto me ha hecho entender que debo ser obediente y respetuoso de mis padres, pues lo que hoy me ha sucedido, ellos ya me lo habían prevenido.
             Bueno pequeño y orejón amigo, dime, ¿de dónde vienes?
             Pues no sé, solo me recuerdo que donde vivo hay gente que todos los días se dedican a la pesca, casi todos los días comen pescado, bananos y toman jugo de piña.
             Santo cielo –responde la ardilla- que banquete culinario más raro es ese, pero bueno, eso me ha ayudado a saber exactamente de donde vienes.  Lástima que los de tu especie no son como los de la mía, no trepan ni vuelan de rama en rama para hacer el camino más rápido, pero ni modo, hoy me tocará probar lo que es un conejo caminando en medio de la selva.
            Pasado un buen rato, el conejo Retoño se reorientó, llegó a un lugar ya conocido por él y con entusiasmo le dijo a la ardilla:
             ¡Aquí es…! ¡Sí, aquí es!
             Bueno, entonces aquí te dejo, yo tengo que retornar a donde mis padres me esperan porque no me gusta que se sientan preocupados por mi.
             Y tú –pregunta el conejo- no estas perdido, conoces por donde regresar?
             Claro amigo, por eso vine a encaminarte a ti, porque si no conociera, jamás hubiera ofrecido traerte, aunque en mi interior hubiese nacido la buena intención.
            Ven, ven… Si, ven… quiero que conozcas a mis padres.
            La ardilla aceptó tan especial invitación, pero más por curiosidad que por cortesía, quería saber qué desenlace tendría aquel acto de desobediencia que había presentado Retoño.
            La sorpresa fue grande, porque la reacción y la actitud de los padres del conejo, fueron las menos esperadas.  Tranquilidad, paciencia, sapiencia y certeza de vida.  Fue así como escuchó de papá conejo:
             Mi querido hijo, hoy has tenido una aventura que te ha enseñado un poquito de la realidad de la vida, de esa vida que nosotros con tu mamá tratamos de respetar, porque no es como uno lo cree, ni puede ser como uno lo quiere.  Hoy tú te nos escapaste para comprender que allá adentro de la selva, siempre habrá peligro, que así como hay cosas maravillosas, también las hay peligrosas.  Para poder estar listo a una aventura como la que hoy te atreviste, hay que prepararse y hay que esperar que la naturaleza te otorgue una buena edad, pues solo así tendrás la capacidad de pensar, decidir, comprender y saber qué hacer frente a cualquier situación.  Sin duda, este pequeño amigo tuyo que hoy te ha venido a dejar, está ya listo para vivir en la selva, a pesar de su tamaño, a pesar de su apariencia, porque ya sabe que en el mismo reino animal, hay de todo, como en la humanidad: Buenos, malos, nobles y peligrosos, grandes y pequeños, en fin, “no se está listo en la vida, sino cuando ya se tienen todas las armas necesarias para enfrentarla”.  Ay hijo mío, a ti te falta mucho para eso, pero de lo que si estoy seguro, es que de hoy en adelante ya no te escaparás nuevamente y eso es motivo de tranquilidad para nosotros.
            Terminado el discurso, Colita se despidió y retornó a su hogar, no sin antes recibir el agradecimiento de Retoño y de sus padres.  De inmediato, mamá coneja tomó de una de las orejas a su hijo y lo llevó a asearse, porque estaba hecho un desastre, traumado por haberse visto frente a las puertas de la misma muerte.
            “Muchos seres creemos que la vida es un juego, una aventura, una forma de llenar nuestra curiosidad, pero la realidad es distinta, la vida merece respeto, obediencia y libertad para que moldee nuestro ser”.  No se debe actuar como Retoño.  No se debe retar a la vida con desobediencia, sino respetar su magnificencia y la realidad de cada ser.  El conejo siempre será conejo, la ardilla por igual y tú no puedes cambiar lo que se te ha designado.

Esta obra está registrada en la Fraternidad Cultural Altaverapacense
Noviembre de 2011

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