Cuando los jóvenes piensan y
creen que los viejos vamos perdiendo nuestras capacidades, ESTÁN
EQUIVOCADOS. Nosotros ya pasamos por donde ellos van en este momento y
lo hicimos tropezando, equivocándonos, cometiendo errores, superando
dificultades propias de la existencia, planificando nuestro futuro y
preparándonos a el trayecto final. Ya conocemos todo eso, aprendimos a
corregir, a superar los golpes, a vencer las dificultades, pero sobre todo,
aprendimos a encontrar nuestros propósitos humanos. Los jóvenes no
podrán evadir ese trayecto, sin importar; eras, épocas, circunstancias,
posibilidades o carencias, la vida es la misma para todos y se aprende
al andar. La inteligencia, la sabiduría, la experiencia y la convicción
de los viejos, jamás podrá ser superior en la juventud, porque apenas va
a la mitad de esa aventura insospechada.
En consecuencia, nunca
juzgues al viejo por su edad, siempre será superior a ti joven, que si
escuchas el buen consejo y entiendes por qué la gente mayor no es como
tu quieres y los imaginas obsoletos, necios y aburridos, lograrás
ahorrarte muchos esfuerzos en tu transitar, de lo contrario, tendrás que
enfrentar a ciegas tus propias batallas, para superar cada trayecto y
llegar a donde hoy está, quien te quiere guiar, el viejo. Aparta de ti
la arrogancia, la egolatría y tus complejos de superioridad, porque para
ser lo que hoy quisieras ser, aún te falta mucho trayecto. De aquí, los
sabios mandatos: "Honra a tu padre y a tu madre", "Respeta a los
adultos no solo por su edad, sino por su humana potestad", "Nunca
contradigas a un adulto, pondrás en evidencia tu falta de
honorabilidad".
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